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El Desarrollo Infantil: Ritmos y Necesidades Únicas

Aunque el crecimiento y el desarrollo de todos los niños siguen patrones similares, cada uno tiene su propio ritmo. Además, el temperamento, los intereses, el estilo de interacción social y la manera de aprender de cada niño son únicos e irrepetibles.

Conocer las distintas etapas y edades en el desarrollo infantil ayuda a que los padres sepan qué cambios pueden esperar a medida que su hijo crece y se desarrolla. Los padres y demás cuidadores deben buscar ayuda cuando consideren que un niño no se está desarrollando adecuadamente.

Observar cómo responden los niños pequeños al contacto físico, los sonidos y los objetos de su entorno permite detectar señales de posibles discapacidades o problemas de desarrollo.

Cuando un niño de corta edad se está desarrollando lentamente, los padres y otras personas pueden ayudar dedicándole más tiempo del acostumbrado, jugando con él, hablándole y masajeando su cuerpo.

Cuando un niño no responde a la atención o a la estimulación, los padres y otros cuidadores deben consultar a un médico especialista. Para que los niños con retraso o discapacidad logren desarrollar su potencial, es indispensable actuar de manera inmediata. En la medida de las posibilidades, los padres y otras personas cercanas al niño deben alentar el máximo desarrollo de sus habilidades.

Los niños y las niñas con discapacidades requieren amor y protección. Como cualquier otro niño, necesitan lactancia materna, vacunas, alimentos nutritivos, protección contra el abuso y la violencia, y estímulo para jugar e interactuar con otros niños. Además, sus padres tienen el deber de registrar su nacimiento.

Los niños que se sienten tristes o perturbados emocionalmente, suelen presentar conductas inusuales; por ejemplo:

  • Reacciones emocionales fuertes, hostilidad, tristeza, pereza y falta de colaboración.
  • Mala conducta.
  • Llanto frecuente.
  • Dificultad para dormir.
  • Episodios de violencia contra otros niños.
  • Retraimiento, en lugar de jugar con la familia y los amigos.
  • Pérdida repentina de interés en las actividades normales o en el trabajo escolar.
  • Pérdida del apetito.

Estos casos exigen que los padres o cuidadores hablen con el niño y lo escuchen. Si el problema persiste, deben consultar a un profesional de la salud o un maestro.

Entrar a la escuela primaria en el momento oportuno es esencial para la continuidad del desarrollo del niño. Y el apoyo de los padres, los cuidadores, los maestros y la comunidad es definitivo.

Tanto las niñas como los niños deben comenzar la escuela a la edad apropiada (de conformidad con la política del país). Para ese momento ya deben haber adquirido habilidades cognitivas y lingüísticas básicas, suficientes destrezas sociales y un nivel de desarrollo emocional que les permita disfrutar del aprendizaje.

Los primeros años de vida, pero especialmente los tres primeros, son de suma importancia para el desarrollo del cerebro. Todo lo que el niño ve, toca, saborea, oye o huele, moldea su cerebro para permitirle pensar, sentir, moverse y aprender.

Este es un periodo de rápido desarrollo cognitivo, lingüístico, social, emocional y motor. Por ejemplo, el niño aprende muchas palabras a partir de los 15-18 meses de edad, y la adquisición del lenguaje continua sin interrupción varios años más.

Cada vez que el niño utiliza uno de sus sentidos, se forma una conexión neuronal en su cerebro. Las experiencias novedosas que se repiten muchas veces crean nuevas conexiones, lo que, a su vez, moldea la forma en que el niño piensa, siente, se comporta y aprende en el presente y el futuro.

En los primeros años, el niño necesita afecto. Sostenerlo en brazos, acunarlo y hablarle son acciones que estimulan el crecimiento del cerebro y que favorecen el desarrollo emocional.

Mantener al bebé cerca de la madre y amamantarlo cuando siente hambre le brinda una sensación de seguridad. La lactancia materna no solo proporciona alimento al bebé, sino también tranquilidad.

En los niños pequeños, el llanto es una forma de comunicación. Responder al llanto del niño abrazándolo y/o hablándole con calma genera un sentido de confianza y seguridad.

Este vínculo temprano con la madre, el padre o la persona que lo cuida, propicia la adquisición paulatina de una serie de destrezas que el niño utilizará y perfeccionará a lo largo de su vida; por ejemplo:

  • Facilidad para aprender.
  • Seguridad en sí mismo y una alta autoestima.
  • Habilidades sociales positivas.
  • Buenas relaciones interpersonales en etapas posteriores.
  • Sentido de empatía.

Los niños de corta edad experimentan una gran tensión psicológica cuando sufren castigos físicos o emocionales; cuando presencian hechos de violencia; cuando sufren descuido o abuso; o cuando se da una enfermedad mental en sus familias, como depresión o adicción a sustancias. Ese estrés psicológico afecta al cerebro en desarrollo y puede producir retraso cognitivo, social y emocional, además de problemas de conducta en la infancia y posteriormente.

Los niños que sufren castigos físicos o mentales como resultado de la ira de sus progenitores o cuidadores son más propensos a volverse violentos. Entre las maneras positivas y eficaces de responder al comportamiento de los niños se cuentan las siguientes:

  • Dar al niño una explicación clara sobre lo que puede y lo que no puede hacer.
  • Reaccionar de manera sistemática y consecuente ante determinados comportamientos.
  • Elogiar el buen comportamiento.

Los bebés aprenden rápidamente a partir del momento en que nacen. Sin embargo, crecen y aprenden mejor cuando reciben amor, atención, estímulo, protección, una buena nutrición y una atención de salud adecuada.

“Para la vida” es un recurso fundamental que brinda información sobre maternidad, lactancia, desarrollo infantil, aprendizaje y protección.



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